¿Qué sucede en el silencio de una cueva de Belén?
Cuántas miradas se cruzarían José y María,
como diciendo: “Dios mío, y ahora, ¿qué?”.
Cuántas miradas al cielo buscando respuesta:
“¿Cómo custodiar al Niño Dios?”.
Cuántos silencios tratando de encontrar en el fondo del alma
cómo acoger el misterio de la humildad serena y fecunda,
donde el amor de Dios se desborda…

“Tanto nos amó que, por nosotros,
se hizo Hombre el que hizo al hombre,
nació de una Madre a la que Él creó,
fue llevado por unas manos que Él formó,
tomó el pecho que Él llenó
y lloró en el pesebre la infancia muda,
la Palabra sin la que es muda la elocuencia humana”.

(San Agustín)