La Iglesia es mi Madre

La Iglesia es mi Madre porque me ha dado la Vida,
es mi Madre porque hoy mismo
me está dando a Cristo, Cristo.

La Iglesia es mi Madre porque todo lo recibo de ella,
es mi Madre porque es la que nos hace cristianos.

No cesa de sostenerme,
y a poco que yo me deje hacer, me hace revivir.

Yo soy en la Iglesia, me abraza la Iglesia,
me anima la Iglesia, nunca estoy solo en la Iglesia.
Cristo, Cristo, Cristo.

Lo que doy a la Iglesia
no es más que una ínfima restitución
sacada por entero
del tesoro que ella me ha entregado: Cristo.

Su vida inmensa me envuelve y me desborda,
me ha precedido y me sobrevivirá.

No cesa de sostenerme,
y a poco que yo me deje hacer, me hace revivir.

Yo crezco en la Iglesia, me engendra la Iglesia,
me nutre la Iglesia, puedo ser yo en la Iglesia.
Cristo, Cristo, Cristo.

Y, si todavía en mí es frágil y temblorosa la vida,
en los creyentes la puedo contemplar
con toda la fuerza y la pureza de su pujanza.

Yo soy en la Iglesia, me abraza  la Iglesia,
me anima la Iglesia, nunca estoy solo en la Iglesia.
Yo crezco en la Iglesia, me engendra la Iglesia,
me nutre la Iglesia, puedo ser yo en la Iglesia.

Cristo, Cristo, Cristo.